Hace tan solo cuatro días, parecíamos los más pobres de la tierra. Una reunión en Paris y aparecen a nuestro rescate miles de millones de euros que son para las empresas y las familias. A trabes de los bancos nos ayudaran. Pero ese dinero es del estado o sea∑de las familias y las empresas∑ no entiendo nada. Al final a quien tenemos que pedírselo.
Simplemente es una broma, un juego de palabras, en este inicio de esta larga crisis, los últimos en rescatar serán las familias, al tiempo.
Tres consejos populares para el presidente del gobierno Zapatero. Que a fecha de hoy quizás sean cuestionables.
Dijo Gandhi: La civilización no consiste en multiplicar hasta el infinito las necesidades humanas, sino en limitarlas deliberadamente a lo esencial.
Dijo Séneca: El mundo se compone de los que dan y de los que reciben. Puede que los segundos coman mejor, pero duermen mejor los primeros.
Y dijo Quevedo: No basta saber donde esta el tesoro. Hace falta trabajar para sacarlo.
El producto al que me referiré en este correo es una muestra de la importancia que tienen las cosas según la época y las circunstancias donde nos toca vivir. Que cada uno saque sus conclusiones.
Una persona de principios del siglo XXI que desee impresionar a sus invitados o, sencillamente, agasajarlos, seguramente incluirá en el menú alguna exquisitez cara, como el cada vez más problemático caviar iraní. Si ese ágape se celebrase en la Europa del siglo XV, probablemente ese anfitrión presentaría en esa hipotética comida varios platos condimentados con azúcar, todo un lujo para la época al menos en Europa∑ y totalmente desconocido en América.
No, claro en Persia. Ni en la India, ni en china. La caña de azúcar era conocida en Bengala, su más que probable cuna, desde tiempos inmemoriales. La caña, su jugo y, desde luego, el azúcar, que no es mas que someter ese jugo a una serie de manipulaciones. Pero hasta la expansión árabe, una mera curiosidad para los europeos, más usada en farmacopea que como edulcorante.
Los persas naturalmente intentaron mantener en secreto, en su propio beneficio, el cultivo y la elaboración del azúcar, algo que los árabes dieron al traste con esa exclusividad. Mientras tanto, griegos y romanos endulzaban con lo único que disponían en abundancia, la miel. Miel bastante utilizada por los romanos en una serie de platos de los que hoy llamaríamos agridulces, un contraste muy del gusto de los romanos y que pervivió a lo largo de la edad media y del renacimiento, en tiempos en los que el azúcar era un lujo asiático.
Por entonces, y ya desde los siglos IX y X, los árabes comercializaban el azúcar. Se sabe que alrededor del año 1000 habían montado una refinería en la isla de Creta. Después paso a Chipre y a Sicilia y España, aquí especialmente bajo el Guadalquivir. Hubo de esperarse hasta el siglo XV, cuando los portugueses introdujeron la caña de azúcar en Madeira y los españoles en Canarias, unos y otros la llevaron ya en 1506 a Santo Domingo y Brasil donde se adapto perfectamente, el azúcar llego a popularizarse y, en consecuencia a perder valor en la vieja Europa.
Pero mientras tanto∑ lo dicho: un lujo asiático. Hay numerosas anécdotas relativas a su alto precio; de hecho, el azúcar llegaba a pagarse su precio en plata, cuando no en oro.
Un dulce abrazo.
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