Hay noches mágicas. Hay música que lo endulza todo de tal manera que te saca hasta las entrañas.
Pero claro, para eso hay que poner antes, como en todo guiso, buenos ingredientes para que el resultado sea calidamente una noche mágica.
Lo bonito de tener un amor de confianza, pulido por el roce de los días, es la rapidez con que se pasa de estar distraído, a estar puramente atontado y envuelto en dos, o mejor dicho envuelto en una, ella, ella siempre te envuelve. Tu mundo desaparece y frente a ti solo existe ella, te preguntas como es posible que alguien tan hermoso atienda tus plegarias.
Una noche Leonar Coen toco para mi.
21 octubre 2010
A la mesa van aterrizando los ingredientes que cada uno aporta, como buena pareja moderna, una cena improvisada, una noche cualquiera, con alimentos sencillos y puros, ruedan las aceitunas, crujen las patatas llenándonos los labios de sal, sale a presión el encorsetado corcho de la botella de tinto, todo se dispone y los jugos fluyen descosidamente por la boca, de pie andando por la cocina tropiezan nuestros besos con sabor a vino y a sal.
Quitar del envoltorio el papel de la charcutería se convierte en un espectáculo, la sobrasada negra, el queso perfumado y sudoroso, disponer las anchoas, las sardinas ahumadas, bañarlas con un aceite expresivo, pellizcar el pan con la mano, abril la lata de pateé, despegar las lonchas de jamón que corto delicadamente el charcutero, y comenzar el baile en la boca, poco a poco y muy despacito de todos los alimentos.
Te inclinas en la silla, cuchillo en mano, cortas esto, lo otro, llenas el pan, lo saboreas, lo comentas, bebes vino, charlas, ríes y distraídamente dejas tu soledad para compartir cualquier simpleza emocionado, pasan las horas y la botella de vino parece un reloj de arena deslizándose suavemente, marcando la hora de abrir otra botella, la noche corre rápida y lenta a la vez.
Llena el contacto visual de tu acompañante, o mejor dicho, me encanta que me mire con esos ojos tan ricos mi amada, la magia de compartir, la complicidad, las risas honestas. Es un tópico, pero el mundo se para un poquito.
Cosas del destino y del cruce de nuestros dispares mundos pactamos que suene la música de Leonar Coen. Ella lo escucha por primera vez, es mas joven, yo hacia por lo menos un par de años largos que no lo escuchaba, que no me sentía melancólico. Esa noche no existía la melancolía, pero buscábamos una voz que nos acunara, la música nos acerca, nos reconcilia con el, formamos un trío junto a la comida donde todo es dulzura, en la copa, en el paladar, en los oídos, en las miradas, las conversaciones se multiplican y avivan como rápidos de rió. La penetrante voz de Leonar susurra e impone sentimientos y ritmos, te dirige y engalana los movimientos, nos embellece. Todo se torna magia.
Se vive el vino, los alimentos, la música, el ingenio, nos brillan los ojos, las manos agitan las expresiones, todo se multiplica y no es exagerado, la casa y la noche en un silencio absoluto, mientras el mundo duerme en un día cualquiera.
Se recoge la mesa en un baile armonioso, se besa, se toca, las caricias se tornan picaras y profundas buscando lo inevitable, se ríe, se vive la emoción de compartir, se besa una y mil veces, se funde en el amor de una noche mágica donde dormirás abrazado al ser que mas amas de esta tierra.
Paco.
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