En el jardín botánico de la Universidad de Valencia

Los jardines botánicos aparecen y se desarrollan después del descubrimiento de América a modo de una enciclopédica colección de plantas. Posteriormente con las aportaciones a los conocimientos botánicos por científicos como Linneo, las plantas se agrupan por familias en parterres, plantas que proceden de las exploraciones de todo el mundo. Actualmente los jardines botánicos cuentan con importantes instalaciones para  diferentes líneas de investigación aunque el jardín sigue siendo importante.

El día 4 de julio de 2012 a las 10 de la mañana visito el jardín botánico. Esta ubicado en la calle de Quart, 80 de Valencia. Hoy me apetece pasearme y detenerme bajo la sombra y el frescor de sus grandes árboles, alguno de más de doscientos años.

Fue en  1802 cuando la Universidad de Valencia compra el Huerto de Tramoieres, fuera de las murallas de la ciudad,  para reinstalar su jardín de plantas medicinales y ampliarlo para la aclimatación de plantas y experimentar con nuevos cultivos para la agricultura. En el diseño del jardín participo el botánico valenciano Cavanilles, entonces director del Real Jardín Botánico de Madrid.
Los árboles de más edad están a la entrada del jardín en la zona llamada escuela botánica. Se plantaron con la finalidad de dar clases prácticas de botánica. Con el paso del tiempo el jardín ha ido ampliándose con otras colecciones vegetales monográficas. 
Estos árboles se regaban a manta con las acequias árabes del primitivo huerto, que aún se conservan. Árboles que han visto aclimatar plantas americanas como la patata y el cacahuete, que han visto como se experimentaba con el guano como fertilizante. Árboles que han superado la Guerra Civil i la riada de 1957.
De entre estos árboles, hoy, os comento dos que son frecuentes en nuestros espacios verdes y fáciles de reconocer por su valor ornamental. Los presento por orden de  aparición en la Tierra.

Ginkgo biloba o arbol de los 40 escudos es nativo de China.
Esta especie es la única de su familia que ha llegado hasta la actualidad. Las diferentes  especies de ginkgos fueron especialmente importantes en amplias regiones del planeta durante el período Jurásico, hace 200 millones de años. Los ginkgos formaron bosques junto con  cycas y diferentes familias de coniferas como los pinos. Estas son las plantas que desarrollaron las semillas, en conjunto se llaman gimnospermas que significa semilla desnuda. Las semillas se forman en los conos femeninos, que en los pinos son la piña, y el polen en los conos masculinos, que son como bolitas pequeñas de polvo amarillo. En el ginkgo no hay propiamente lo que entendemos por cono, las semillas presentan su cubierta externa pulposa por lo que las podemos confundir con un fruto. Se ha sugerido que los ginkgos declinaron en el medio natural junto al declinar de los dinosaurios ya que estos ayudaban a dispersar sus semillas. En la actualidad no quedan bosques de gikgos, sólo algún ejemplar silvestre como el que se encontró en 1916  en un valle al sur del río Yangtze.
En los jardines se suele plantar el ginkgo macho que solo forma polen.  El ginkgo hembra da las semillas que al madurar tienen olor desagradable.

Brachychiton discolor, árbol sombrero, es nativo de Australia y desde hace unas décadas se cultiva como ornamental en Valencia, Murcia, Málaga, Santa Cruz de Tenerife, etc. Esta planta es una subfamilia de las malvas. Sus flores son espectaculares con  forma acampanada, de color rosa, de 4-5 cm de longitud y formando racimos. Y resulta que lo que parecen los pétalos son en realidad los sépalos del cáliz. El género de los brachychiton han perdido los pétalos durante su evolución desde hace más de 50 millones de años.  Las flores femeninas del árbol  dan lugar a un fruto seco llamado folículo como el de nuestro “baladre” o adelfa que se abre solo y deja esparcir las semillas. Sus hojas son grandes y palmeadas. Su tallo es verde, por tanto este árbol realiza la fotosíntesis tanto en las hojas como en el tallo, crecerá más rápido.
 
Las plantas de flor aparecen a principios del período Cretácico, hace aproximadamente 150 millones de años. Estas dan lugar al fruto que protege a las  semillas, por eso estas plantas se llaman angiospermas que significa semilla cubierta. Estas nuevas semillas pueden acumular más nutrientes como ocurre en las semillas de las legumbres que por su estructura podemos partir en dos mitades, pruébalo en un haba. También lo puedes observar fácilmente en frutos secos como las pipas, las almendras, etc. En otros casos, como en muchos frutos carnosos la semilla es pequeñita y tendrías que recurrir al microscopio. Todas las plantas de flor que forman semilla que se puede partir en dos se llaman  angiospermas dicotiledóneas.

Las innovaciones de las angiospermas les permitieron ir produciendo adaptaciones para  colonizar todos los hábitats y reinar sobre la Tierra. Su éxito esta relacionado, ciertamente, con la evolución de los animales que de ellas se alimentan ya que les ayudan en la polinización y en la dispersión de las semillas.

Sigo paseando, disfrutando de la extensa colección de palmeras repartidas por el jardín.

Hace calor pero no me resisto a entrar un momento en el invernáculo para contemplar las orquídeas. Enseguida llama nuestra atención la orquídea tropical, Vanda rothschidiana. Es una planta epifita ya que vive sobre las ramas de los árboles, esta estrategia es útil para conseguir salir de la sombra de la selva y recibir la luz solar.  Las raíces estas rodeando las ramas del árbol y absorben los nutrientes y el agua que escurre por el tronco. En nuestra latitud las orquídeas están en el suelo de los pastizales, de los prados, de los bosques con árboles espaciados, de las vegas de ríos…

Las orquídeas pertenecen al grupo de las plantas monocotiledóneas. 
Hace 100 millones de años que de las dicotiledóneas surgió el grupo de las monocotiledóneas, ya que sus semillas no se pueden partir en dos. Son angiospermas monocotiledóneas las  gramíneas como el trigo, o la caña, o el bambú, las liliáceas como las cebollas o los ajos, las iridáceas como los lirios o el azafrán, las palmáceas como la datilera o el cocotero, y otras familias de plantas.

Las orquídeas son de lo último en creatividad vegetal, los fósiles más antiguos tienen a mucho estirar 30 millones de años y llegan a Europa desde los trópicos hace solo 15 millones de años. Según los botánicos la familia de las orquídeas es de las plantas de flor la que más especies tiene.  Su lucha evolutiva va dirigida a la atracción de una única especie de insecto para competir con otras plantas de flor más antiguas y  bien establecidas.
Bueno, eran unos tiempos aquellos en que los humanos no existíamos, entonces apenas comenzaba el árbol genealógico de los primates ha ramificarse.
Los expertos en orquídeas valencianas nos indican que tenemos 65 especies diferentes en nuestras tierras de clima mediterráneo. Florecen de modo fugaz y con escasa abundancia. Las orquídeas están muy amenazadas por el coleccionismo, por la pérdida y la degradación de su hábitat, porque podemos provocar la extinción de sus polinizadores  con productos químicos o con el cambio climático. Definitivamente la presión humana sobre las orquídeas y sobre otros seres vivos, como también sobre nosotros mismos es demasiado fuerte.  Urge un cambio cultural a favor de la naturaleza y la humanidad para que dirija nuestra inteligencia y nuestra capacidad de transformar la realidad.

Victoria Aviñó Rosaleny

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