Receta sensual y diferente

Isla de pascua, llamada por los nativos el ombligo del mundo, esta a seis horas en un jet del punto habitado más cercano: Tahití o la costa de chile, en medio de un océano infinito, ausente de los mapas, lejos de todas las guías de navegación. Hay un punto magnético en la isla donde dejan de funcionar los relojes y los instrumentos de medición, las brújulas giran enloquecidas y se puede ver el horizonte del planeta en un círculo completo. Durante la puesta de sol, los moais, gigantes de piedra esculpidos por hechiceros antiguos, se vuelven rojos. A esa hora los jóvenes quitan la tierra con palas y las muchachas levantan cuidadosamente las hojas de banano.

El evento comienza a media mañana con una fogata para calentar grandes piedras. Los hombres jóvenes cavan un hoyo de un par de metros de largo por uno de ancho, amontonando a un lado la tierra extraída, entre tanto las mujeres preparan los ingredientes, los niños lavan las hojas de banano y todos chapotean y hablan a gritos. Sobre unos mesones de madera se amontonan los alimentos, un cordero entero troceado y en adobo, salchichas y chuletas de cerdo, pilas de pollos marinados en limón y hiervas, pescados de todas clases, langostas apenas aturdidas, mariscos, papas y maíz, cuando calculan que las piedras están bien calientes, a eso de media tarde las echan al fondo del hoyo ponen unas tinajas de barro donde se juntaran los caldos y jugos del cocimiento y van apilando encima los ingredientes del portentoso curanto. Por ultimo cubren el guiso con paños limpios mojados y encima varias capas de hojas de banano que sobresalen del orificio como una manta. Sobre las hojas apalean la tierra que antes excavaron y se sientan a esperar que ese paciente calor obre el milagro poco a poco. No se trata de una espera tediosa, porque corre la bebida, suenan los instrumentos de cuerdas y percusión. No se como realizan el calculo para que el punto exacto coincida con la puesta del sol.

Los jóvenes quitan la tierra con las palas y las muchachas levantan cuidadosamente las hojas de banano. Aparecen los paños blancos sin una partícula de tierra y al destaparlos una bocanada inmensa de olor maravilloso recorre la playa. Alrededor del hueco se produce un instante de silencio, hasta que el vapor se levanta y aparecen las conchas abiertas de los moluscos y los crustáceos colorados, entonces un inmenso clamor celebra el curanto. Poco a poco van sacando por capas los tesoros de aquel hoyo, empezando por los productos del mar, siguiendo por las carnes y vegetales y terminando por ultimo por las marmitas de barro, el caldo, que se sirve hirviendo en vasitos de cartón. Un sorbo equivale a media botella de vodka seco. Quien ha probado ese caldo, esencia concentrada de todos los sabores de la tierra y del mar, no podrá conformarse nunca más con otros afrodisíacos. Nadie será capaz de describir su sabor, solo se habla de su efecto: es una explosión de dinamita en sangre.

Esta semana se celebra tradicionalmente el día de los enamorados, no dejes pasar la oportunidad para hacer algo especial, sensual y diferente, es una buena excusa. En GENUI restaurante para crear un poco de ambiente invitaremos el viernes y sábado noche a todos los que podáis visitarnos a una copa de cava y un par de ostras afrodisíacas, el resto ya es cosa vuestra.
Si puedo, a mitad semana os enviare alguna receta afrodisíaca con cualquier tipo de comentario divertido o sugerencia. Nada de comer en esta fecha ningún plato con aspecto de mazmorra de preso.

Como siempre, un fuerte abrazo, más fuerte para ellas que para ellos.
Paco Aviñó. Receta: Isabel Allende

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