Retazos

Levantarte por la mañana con tiempo para idear, contemplar, antes de sumergirse en el mundo, antes de que el mundo te llame, antes de entrar en la rutina diaria que te congestiona, para preguntarte quien eres. No dejes que la máquina de pensar entre en tu mundo sin dejarte descubrir quién eres tú, cada día.

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“Yo no tengo tiempo para los enemigos, hay demasiadas ciudades por ver, demasiadas mujeres por conocer, demasiados libros por leer como para pararme a pensar en mis enemigos. Eso crea odios, porque a los miserables les encanta que tu les contestes y también seas un miserable, y si ven que realmente no tienes tiempo les pareces muy pretensioso, y no es eso, es sólo respeto a uno mismo”.

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La gente decente es la reserva moral para el futuro de un país y cuando un país pierde esa reserva moral entra en bancarrota aunque las cifras económicas digan que progresa.
Vargas Llosa.

También dice…

El cáncer, se lamenta, es la corrupción y se apresura a recordar que su novela también habla de las consecuencias negativas del desarrollo, como corrupción y mafias: “Si hay algo que amenaza el desarrollo es la corrupción. Y eso propaga el cinismo, la idea de que todos los políticos son corruptos y eso es malo”.

Hasta que llegó el tema de la Diada. Se saltó con humor la petición de su mujer y de su editora de que hoy tocaba solo hablar de Li-te-ra-tu-ra. Se escudó en que lo iba a hacer literariamente, y buscó como cómplice a Karl Popper quien decía que “salir de la tribu es el comienzo de la civilización, del progreso de la adquisición de soberanía. Pero el llamado de la tribu nunca desaparece y, a veces, es muy fuerte. El nacionalismo es ese regreso a la tribu, es la abdicación de elegir por uno mismo. Ha traído guerras. Es una tara de la que es difícil librarse. Es terrible que el nacionalismo vuelva a sacar la cabeza”.

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A sus 77 años, Mario Vargas LLosa habló como un adolescente del paso del tiempo, de que “lo importante es vivir como si uno fuera inmortal. Con ilusión, con la capacidad de proyectarse. Me gustaría mucho morir escribiendo, con la pluma en la mano. Hay que vivir hasta el final”.

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Cuántas veces hemos pensado que ya se había terminado la magia con esa persona y que, si continuábamos con esa relación, nos tendríamos que resignar a una vida de pareja con menos carga pasional de lo que nos gustaría. Cuántas otras veces nos hemos preguntado por qué nos pasaba esto a nosotros cuando, basándonos en todo el bombardeo de (des)información sexual que nos llega a lo largo del día, el resto de mortales viven una sexualidad explosiva, mágica, sorprendente, incesante e insaciable. Pero el mundo, más allá de las apariencias, tiene otra realidad, ya que el deseo sexual suele ser un tema recurrente de conflicto en la pareja y de consulta psicoterapéutica. Desavenencias en la frecuencia sexual, ausencia de relaciones por falta de deseo de uno de los miembros de la pareja, monotonía… ¿Qué podemos hacer para reavivar la llama de la pasión? Responsabilizarnos de nuestra sexualidad y pasar a la acción. Lo contrario, en este mundo, es simplemente pereza, lo digo yo.

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Hay personas que resultan confortables de inmediato. Llegan transportando toda su humanidad y ocupan en seguida el lugar de un afecto; son cercanos, tienen en la mirada esa frescura que se halla pocas veces en la gente acostumbrada a estar en público. En ese renglón de las caras está el rostro que me gustaría que vieran los demás en mi.

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Cuando habla rejuvenece. “La palabra es buena. A veces engaña, sirve para tapar, pero también descubre. La palabra sirve para hallar el epicentro, y para eso tienes que encontrar el lenguaje justo. Louis Armstrong lo decía: ‘Yo lo que persigo es tocar bien una sola nota’. Expurgar lo que es paja. Decir lo adecuado”.

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No sé quién dijo: “En lugar de intentar tener lo que quieres, quiere lo que tienes”.

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El mundo occidental va un poco perdido. Las palabras han sido arrebatadas por las élites, que las han vaciado de sentido para encubrir una realidad cada vez más terrible, la consolidación de unos pocos sobre los demás, una especie de capitalismo tenebroso en el que todo es moneda de cambio. Por ahí es muy difícil la profundidad. Esta es una sociedad rápida, cibernética, pero miedosa, temerosa, anquilosada y, sobre todo, dominada por los trusts –algunos visibles, otros invisibles– que están haciendo mucho daño.

“Es como si alguien dijera: ‘Vamos a seguir ganando; por tanto, vamos a recortar todo lo que hemos conseguido porque si no, no podremos seguir haciéndolo.

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Otro estudio, el Informe Durex sobre Bienestar Sexual 2012, reflejaba la prisa que tenemos los españoles en rematar la faena, al invertir tan sólo 15,2 minutos en las relaciones sexuales, lo que nos deja en muy mal lugar pues la media mundial está en 19,2 y nos sitúa peligrosamente cerca de los más rápidos –aquí el tonto es el que llega antes–, que son los británicos (14,5) y japoneses (14,6), mientras nos aleja de los países más lentos: Hong Kong (29,4) y Brasil (27,2). Por qué tanta prisa?

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Me pone el vino, si. Cada día encuentro más cosas en esa bendita copa.

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Ustedes deciden si ante un pastel prefieren abalanzarse y devorarlo en cuestión de segundos o adoptar la actitud más elegante y cinematográfica de coger una almendra y saborearla lentamente; pasar a un adorno de chocolate, mirarlo detenidamente hasta que la boca se haga agua y entonces mordisquearlo y chuparse el resto que ha quedado entre los dedos. Con el intenso sabor del cacao en el paladar, hacer que la mente participe y nos lleve a donde quiera y volver a abordar el pastel, como si fuera el último que pudiésemos comer en nuestra vida. Ya lo dijo la sabia y genial Mae West: “Cualquier cosa que merezca la pena hacer, hay que hacerla lentamente”.

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Allen Swift de 102 años condujo (hasta su muerte el año pasado) el mismo coche durante 82 años.
Recibió este Rolls-Royce modelo 1928 de su padre, nuevo, como un regalo de graduación.
Era el dueño en vida del automóvil más antiguo que fuera comprado de 0 Km.
Después de su muerte fue donado a un museo de Springfield Massachusetts.
Tiene 1.721.993.8 kilómetros, todavía funciona como un reloj suizo, silencio a cualquier velocidad y está en perfectas condiciones mecánicas y de apariencia.
Señores, señoras, disfruten de la vida.
Les escribo en un día de lluvia en este precioso otoño.
Nos vemos pronto.
Paco Aviñó.

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