En vacaciones, marcharse bien lejos tanto física como metafóricamente, es imprescindible. Es necesario cambiar de paisajes, de costumbres, de cama, de rutinas y de las compañías que nos rodean. Deberíamos dejar de ver las noticias para no cargarnos de conflictos que quizás, no podamos resolver. Así como también, conocer a nueva gente que nos remueva el interior tanto para bien como para mal.
Y hablando de gastronomía, no podemos obviar, los diferentes alimentos que podemos descubrir en vacaciones. No hace falta marcharse a un lugar en medio de la nada (aunque si lo haces mejor), basta con quedarse dentro de la península en una zona no muy saturada.
Actualmente, estamos viviendo una globalización en la cocina. Realidad fantástica que nos permite en una ciudad como Valencia probar platos internacionales en restaurantes brillantes. También, disponemos de video tutoriales para realizar en casa recetas de cualquier parte del mundo, y además, podemos obtener casi todos los productos necesarios en los supermercados. Esta realidad fantástica es una desventaja al viajar, ya que por muy lejos que te desplaces, puede ser que reconozcas los platos más representativos de cualquier parte del mundo, atenuando el factor sorpresa puesto que todo nos suena o ya lo hemos visto.
Hoy en día, la llamada «streetfood» o comida callejera es la inspiración de muchísimos restaurantes, incluso del mío.
He probado platos mágicos este verano en Asia, que cocinados con cuatro ingredientes son brillantes y puros, los cuales yo había intentado hacer con diez ingredientes sin obtener el mismo resultado. Ese sabor es la autenticidad que tiene cada lugar. Uno puede cocinar platos de su infancia y llevarlos directos al punto exacto de sabor. Sin embargo, no sucede lo mismo cuando se intenta cocinar platos de culturas diferentes a la propia, ya que por mucho que lo intentes o creas saberlo, no conseguirás nunca esa pureza. De ello, la gracia de comer los platos de cada lugar, la virtud de apreciar y conservar la cocina originaria de cada parte del mundo.
Dicho esto, creo que es necesario salir de la rutina y hacer de un restaurante algo divertido, buscando nuevos enfoques, o al menos, yo me siento con esa obligación. Pero no imitando platos, sino haciendo reinterpretaciones entre la cocina propia y la adquirida a lo largo de viajes y experiencias.
Lo que me queda muy claro es que, en España y especialmente en Valencia, gozamos de una de las mayores ofertas gastronómicas. Existe una gran variedad y calidad, tanto de la autóctona como de la multicultural. Concretamente, se me despierta esa sensación cuando estoy fuera y añoro la enorme variedad y calidad de las elaboraciones que tienen los restaurantes españoles. Esto hace que me sienta orgulloso de la gastronomía de mi país. Es tanto lo que tenemos que no debemos olvidarlo.
Pero nos falta lo de siempre, saber vendernos mejor, amar con más seguridad lo que poseemos, y publicarlo a los cuatro vientos.
En ocasiones, es necesario marcharse lejos para apreciar y darse cuenta de lo que nos rodea.
Paco Aviñó. Restaurante Genuí Golf Escorpión.
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