Cinco cosas

Aceite de neroli para relajarse. De las flores blancas del naranjo amargo se extrae un aceite esencial muy aromático, dulce y delicado. Relaja, reduce la tensión, alivia el dolor de cabeza y los problemas digestivos de origen nervioso y además eleva el ánimo. Revitaliza la piel seca y sensible, previene las estrías y mejora las cicatrices y los capilares rotos. Favorece el sueño. Se puede tomar un baño con unas gotas de esencia antes de irse a dormir o echar unas gotas sobre la almohada.

En una ventana del restaurante hemos creado un pequeño paraíso para tener flores y hierbas frescas a diario. Tener cuatro macetas con hierbas aromáticas en casa es un pequeño lujo. Si entre ellas cultivas albahaca y te gusta poner unas hojitas en la ensalada o en tus platos de pasta, habrás visto que al cortarla, al guardarla en el frigorífico o al someterla al calor de un guiso, sus hojas se ponen negras. Si quieres que guarden su verde brillante original, escáldalas menos de un minuto y, nada más sacarlas, enfríalas en un recipiente lleno de agua con hielo.

Subir una montaña alta parece complicado, pero dar un paso tras otro resulta más sencillo y paso a paso se suben grandes montañas. Aplicado a nuestros días, trabajo, estudios, retos personales, paso a paso, cada día empezando por lo sencillo, concentrándose en el presente y resolviendo lo que toca en cada momento con la seguridad de hacer cada cosa bien antes de que se vuelva complicada, los grandes problemas, antes fueron pequeños.

Héctor Alterio a sus 82 años atraviesa un momento dulce y no para de representar una obra tras otra, ahora en España con el montaje teatral ‘La sonrisa   etrusca’. Dice que el teatro le rejuvenece y le llena de energía. Le encanta comer pasta y se declara un fanático del vino del que siempre ha disfrutado, ahora lo valora más porque l

e dedica más tiempo. Dice: «Cuando estás encima del escenario te quedas solo frente al mundo y ya no hay vuelta atrás posible». 82 años, me parece sorprendente y milagroso, me quedo atontado de admiración con esta persona.

Lo dice Hermann Hesse, (1877-1962) y yo, no sé porque, lo escribo: «La mayoría de los hombres no tienen credo político propio, sino el de su casta; tanto los capitalistas como los socialistas son, en su noventa y nueve por ciento, partidarios de opiniones para cuyo examen no les alcanza su inteligencia».  Feliz descanso. Paco Aviñó

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