Pase los días entre ríos y montañas. En una visita al Guadalquivir, como ya me huelo la tostada de antemano y estoy arto de chiringuitos cutres, escandalosos y sin las condiciones mínimas, Salí al quite, fiambrera en mano, una hogaza de pan de pueblo, navaja albaceteña, tortilla de patatas, un buen chorizo y unas latitas un tanto “delikatesen” fueron el menú. De todo dimos buena cuenta, en la ladera del rió, bajo la sombra de los chopos. Luego erupte, cerré los ojos, abrí la boca, vele mi rostro con un pañuelo y me quede traspuesto. Sin duda fue mi mejor recuerdo gastronómico del verano.
Alguien, allá por el año de mil ochocientos noventa y tres, encontró en una vieja iglesia de Baltimore el texto que a continuación transcribo. Su actualidad es palpitante. Parece que si su autor –anónimo, por supuesto- hubiese intuido o adivinado lo que iban a ser las tribulaciones sufridas por los seres humanos en este tiempo tan complejo.
Deseando que después del descanso, y pese el pesimismo general, empieces con fuerza y encuentres tu equilibrio personal para que cada día sea un regalo y un paso hacia adelante.
Un fuerte abrazo. Paco Aviñó.
Dice así…
Anda con placidez entre el ruido y la prisa, y recuerda que puede haber paz en el silencio. Vive en buenos términos con todo el mundo sin por ello rendirte ni renunciar a nada. Di tu verdad tranquila y claramente. Escucha a los demás sin excluir al aburrido y al ignorante; ellos también tienen su historia. Evita a las personas ruidosas y agresivas. Si te comparas con otros puedes volverte vanidoso y amargo, porque siempre habrá personas mas grandes y mas pequeñas que tu. Disfruta de tus logros y tus proyectos. Mantén el interés por tu profesión, aunque sea humilde: es un punto fijo en la ruleta de la fortuna. Usa la precaución en tus negocios, porque el mundo esta lleno de trampas, mas no por ello olvides que la virtud existe, que mucha gente pelea en nombre de altos ideales y que el heroísmo abunda. Se el que eres y, sobre todo no finjas afectos. Tampoco seas cínico en lo tocante al amor- es tan perenne como la hierba. Recoge con mansedumbre el consejo de los años renunciando graciosamente a las cosas de la juventud. Nutre tu fuerza espiritual para que te proteja en la desgracia repentina, pero no te angustias con fantasías. Muchos temores nacen de la fatiga y la soledad. Se disciplinado, pero amable con tigo mismo. Tu eres una criatura del universo en la misma medida en la que lo son los pájaros y las estrellas; tu tienes derecho a estar aquí. Y, sin duda, el universo- tanto si te lo parece como si no- funciona como dios manda. Mantente por lo tanto en paz con Él, de cualquier modo que lo concibas y, cualesquiera sean tus trabajos y aspiraciones, vive en paz con tu alma. A pesar de todas sus farsas y trabajos, y de los sueños hechos trizas, este sigue siendo un mundo hermoso. Ten cuidado, esfuérzate en ser feliz.
Hasta pronto.
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