Cocinar es sinónimo de un querer… Absoluto

¿Frustrado por una vida poco satisfactoria en la que cada vez te sientes más títere y menos persona?

Cocinar en tu casa, ese lugar que poco a poco vamos abandonando al dejar nuestra alimentación en manos de la gran industria, es una forma de cambiar el mundo.
Cada vez que decidimos preparar algo en casa con materias primas frescas en vez de llamar a… o freír unas croquetas de…, estamos tomando una decisión política y remando contra la corriente de un sistema que busca justo lo contrario: quitarnos lo poco que nos quedaba.

Cocinar por el puro placer de hacerlo y dedicar parte de nuestro tiempo de ocio a ello es declarar nuestra independencia de las corporaciones que buscan convertir cada momento en una ocasión para consumir. La única forma legítima de ocio no es el consumo, esa dependencia que los vendedores llaman ‘libertad».

La aparición de la cocina significa el inicio de la cultura y la ruptura definitiva con nuestro pasado animal. La cocina nos hace humanos.

En España vamos de cabeza hacia el modelo americano, con tasas de gordura infantil escalofriantes y un abandono de la dieta mediterránea. Tal como dicta el principio básico capitalista de la división del trabajo. Zapatero, a tus zapatos, que la cena ya te la preparan en una fábrica o en Burger King. Ahora bien, tanta eficacia tiene su reverso oscuro. «Nuestra comida la hace la industria; nuestra salud la llevan los médicos; el ocio, Hollywood y los medios; la política, los políticos, y así sucesivamente. Y así, nos va…

Si decides no hacer nada más que lo justo para ganarte la vida, generaras sensación de impotencia, dependencia, ignorancia y falta de responsabilidad.
Cocinar es un correctivo contra esta manera de ver el mundo. Cocinar además te obliga a tener entre las manos los alimentos y de esa forma pensar en su erigen, respetando la naturaleza y el medio ambiente, saber de sus orígenes y de sus impactos en el medio ambiente.

Mientras crece el interés mediático y popular por la gastronomía, paradójicamente se cocina menos. Lo de «ver» cocinar sin participar no es nada nuevo: lo llevan haciendo durante siglos los hombres y los niños mientras las mujeres guisaban. Cocinar es plantar cara al sistema, de forma silenciosa claro, y no dando la nota, que parece la moda.

Para ello hay que ponerse y ser prácticos, no tener prejuicios en utilizar las nuevas tecnologías para ganar tiempo, organizarse, quitarnos la pereza mental de encima e ilusionarnos en un acto tan intimo, como darte de comer.

Cocinar nos da la oportunidad, de trabajar directamente en nuestro favor, y a favor de la gente a la que alimentamos.
Paco Aviñó

PD. Si te interesa profundizar en la influencia que el acto de cocinar en tu casa puede tener en el mundo, sumérgete en los libros de Michael Pollan, periodista, activista, bestia negra de las multinacionales de comida rápida, su sensatez, quizás te abrase.

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