Siempre lo prometes el día uno de enero y no lo cumples, te dices que vas a hacer cambios en tu vida: incorporar mejoras para ser más eficiente, la dieta, deporte, el tabaco. Mañana mismo puede ser un buen día para aportar nuevos hábitos que mejoren tu salud, tu vitalidad y tu autoestima.
En esta segunda juventud que estoy viviendo superados los cuarenta años, he tenido que incorporar a mi vida ciertas modificaciones para poder trabajar como un campeón y llegar a casa como un pincel. Obviamente mi cuerpo y mis órganos ya no funcionan como cuando tenía veinte años, a excepción del cerebro que me rinde bastante mejor.
Vamos a ir por partes: está claro que hay que hacer deporte. Importante tener elasticidad, puedes apuntarte a Pilates o yoga. También es importante hacer ejercicios de fuerza y saltar para mantener en forma nuestros músculos y nuestros huesos. Pero lo más esencial e imprescindible como ejercicio básico es andar, mínimo cuatro días a la semana una hora. Andar es la mejor inversión que puedes hacer en tu vida.
Desayuna fruta y algún complemento. Una pieza nada más levantarte, otra mientras te vas arreglando, otra al salir de casa, y la siguiente pieza nada más llegar al trabajo. Cuatro piezas. No pongas excusas, el cuerpo se acostumbra rápido.
Como complementos en el desayuno, tomar cinco cápsulas de levadura de cerveza con germen de trigo con la primera fruta, también una o dos cápsulas de probióticos. Busca en google sus beneficios y los tomarás de por vida.
El almuerzo inexistente. Si tiendes a coger peso, otra pieza de fruta, si te falta energía, un dátil fresco de estos que miden casi seis centímetros y si tiendes a perder peso, un puñado de nueces. Nada más. Como complemento en el almuerzo, deberías tomar algas en tabletas, (chlorella y espirulina). Busca en google sus beneficios, son una pasada, te darán energía, vitaminas y minerales.
A la hora de la comida, come lo que te de la gana, y disfruta lo que te apetezca, diviértete comiendo e intenta variarlo cada día, no te fuerces a nada, cada uno disfruta de una manera y hay que ser feliz y tener caprichos e incluso vicios que no sean de morirse.
Aquí no hay complementos, pero es posible que tu estómago ya no digiera con tanta eficacia como antes, en ese caso, antes de comer, tómate una cápsula de enzimas de origen vegetal que te ayudarán a la digestión de proteínas, grasas y carbohidratos.
Merienda no hay, a partir de los cuarenta no hay merienda, punto. Mucha agua para el deporte, mejor con zumo de limón y azúcar de caña. Nada de refrescos, tampoco Aquarius. Si desfalleces ya se acostumbrará el cuerpo, está preparado para tirar de las reservas y le viene bien para encontrar su equilibrio.
Para la cena no utilices nunca la cocina, como si no existiera. Ni los fuegos, ni el horno, ni el microondas. En la cena uno va a relajarse, y a disfrutar de la escasez, me explico. Nada más llegar antes de ponerte el pijama, un kiwi o una naranja, después de las horas de descanso, el cuerpo lo espera como agua de mayo. Entonces, ¿qué cenamos?; pues tonterías. Después de un vaso de agua, unas aceitunas, alguna papa, algún fruto seco, preparamos un buen tomate, cebolla con aceite, setas crudas aliñadas cortadas finitas, una ensalada sencilla, cualquiera de estas cosas. Un día nos abrimos una latita de ventresca o caballa, sardinas, mejillones o berberechos. Otro día, jamón ibérico, cocido o un buen queso. Se trata de cenar poco, pequeños caprichos sencillos y un par de copas de buen vino. Nada más, muy pausadamente, disfrutando de la cena, la compañía, la prensa o el televisor (si puedes evítalo), por supuesto sin postre y como complemento, una infusión mezcla de hierbas relajantes con miel. Una hora después, a dormir, preferentemente antes de las doce.
No lo aplaces, hoy es un buen día para iniciar nuevos hábitos.
Paco Aviñó
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