El otro día, estaba sentado frente al mar, y empecé a hacerme preguntas como un niño, o mejor dicho, preguntas de niño. Dándome cuenta de que no me sabia las respuestas, imagino que gracias a mi efímera memoria, porque estoy seguro, que estas preguntas, un día me las hice, y me enseñaron las respuestas. Son dos nada más!
Porque el agua del mar esta salada?
Hace unos 4 650 millones de años atrás La Tierra era una masa caliente donde no existían continentes, ni océanos, ni mucho menos seres vivos. A medida que se fue enfriando, de entre las rocas y desde el interior del manto subterráneo, comenzaron a surgir por mediación de los géiseres que se formaban en la superficie, gases volátiles y otros ligeros como el vapor de agua, que al salir a la atmósfera y enfriarse se condensaba y convertía en agua de lluvia. Esa agua cayendo constantemente sobre la superficie terrestre dio origen a la formación de mares y océanos, aunque en un principio no eran precisamente de “agua salada” tal como lo conocemos hoy en día, sino de “agua dulce”.
Junto con la lava de las erupciones volcánicas y el vapor de agua que brotaba a presión desde el interior de la Tierra surgían también determinadas cantidades de cloruro de sodio (NaCl) o sal común, acompañada de otros elementos químicos como el potasio, magnesio, sulfato, calcio, bicarbonato y bromuro. Al ser esos elementos mucho más pesados que el vapor de agua que los expulsaba hacia la superficie terrestre, quedaban depositados entre las rocas por donde salían las columnas de vapor. Ese proceso de acumulación de elementos sólidos durante miles de años dieron lugar a la formación de los continentes.
De la misma forma que cuando agregamos sal a un vaso de agua ésta se disuelve si revolvemos con una cuchara, la lluvia que caía sobre los continentes en formación disolvía y arrastraba a su paso la sal y el resto de los elementos químicos solubles en agua que se encontraban depositados entre las rocas y sobre la superficie terrestre, dirigiéndola hacia los mares y océanos.
A pesar de los millones de años transcurridos desde el surgimiento del planeta Tierra, el proceso de salinización del agua de mar no se ha visto interrumpido en ningún momento, pues además de la sal que los torrentes de lluvia que caen sobre los continentes continúan arrastrando hacia los mares y océanos, el proceso de salinización también se produce cuando el agua de mar se filtra por las grietas de las aberturas hidrotermales existentes en el propio lecho marino, donde también hay acumulaciones sal.
El agua del mar al penetrar en el interior de la Tierra por filtración a través de esas aberturas, se calienta y mezcla con la sal ahí depositada. Ese proceso provoca que cuando sea devuelta de nuevo al mar, incremente su salinidad. Además, las propias erupciones volcánicas submarinas y la lava que vierten al mar los volcanes que se encuentran sobre la superficie terrestre junto a las costas, contribuyen a mantener, igualmente, el proceso de salinización al disolverse en el mar la sal contenida en la lava.
Por otra parte, la salinidad del mar no es la misma en todos los lugares. A ello contribuyen diferentes factores como el derretimiento de las masas de hielo de los polos, la desembocadura de los ríos, la propia evaporación, la lluvia, las nevadas, el viento, el movimiento de las olas y las corrientes marinas. Por ejemplo, el agua que rodea los polos es menos salada que la del Mar Báltico y ésta última, a su vez, es menos salada que la del Mar Mediterráneo. Por otra parte, el “Mar Muerto” contiene un grado de salinidad tan alto (350 gramos por litro), que no existe vida en sus aguas. Incluso una persona que intente sumergirse ahí con el grado de salinidad tan alto que contiene, le resultará prácticamente imposible hacerlo. Incluso puede flotar perfectamente acostado boca arriba sobre su superficie y leer hasta un periódico si lo desea manteniéndose en esa posición sin realizar mucho esfuerzo.
La Tierra es el único planeta del sistema solar que contiene agua en estado líquido en su superficie, y los mares y océanos cubren aproximadamente el 70 % de su superficie. Se considera que la mayoría del agua contenida en los mares y océanos contiene, como media, sólo un 3,5 % de sal (35 gramos por litro), así como otros minerales disueltos, aunque esa pequeña cantidad es suficiente para que no se pueda beber.
La explicación la encontré en, !Así funciona!
No pude evitar preguntarme, y cómo se lo montan los peces para beber agua salada?
En cada litro de agua hay 35 g de sal y la mayor parte es cloruro sódico, muy similar a la sal que utilizamos para sazonar los alimentos.
En el mar viven infinidad de animales de muy diferentes especies. Los fluidos corporales de la mayoría de esos animales tienen la misma concentración de sales que el agua de mar. Esponjas, anémonas, poliquetos, bivalvos, erizos y estrellas de mar, entre muchos otros, forman parte de ese grupo.
Pero además de esos grupos, también hay otros cuyos fluidos internos tienen una concentración de sales más baja que la del agua de mar. El grupo más importante de los que se encuentra en esa situación es el de los teleósteos marinos, grupo al que pertenecen la mayor parte de peces de mar, y entre los que se encuentran chicharros, anchoas, besugos, merluzas y similares. Al tener sus fluidos corporales menor concentración de sales que el medio en que viven, esos animales han de realizar un trabajo extra para así poder mantener estable el estado de sus fluidos corporales.
Los peces de mar, al contrario que los de río, sí beben. Y lo hacen por la misma razón por la que los de río no lo hacen. Los peces de río, al tener sus fluidos corporales mayor concentración osmótica que la que tiene el agua dulce, corren el riesgo de que les entre demasiada agua y lleguen, casi literalmente, a explotar. Por eso no deben agravar el problema bebiendo. Y a los de mar les pasa lo contrario, corren el riesgo de que les salga demasiada agua y lleguen a deshidratarse. Por eso deben beber agua, para contrarrestar ese problema. En definitiva, lo que a los de río les sobra, les falta a los de mar.
El problema que conlleva el tener que beber agua es que, junto con el agua, también ingieren sales, sales que no necesitan y de las que han de desprenderse para mantener estable su concentración interna. Por eso, aunque beben y absorben agua, deben evitar absorber las sales que contiene ese agua. Pero eso no es fácil. Lo normal es que si no se absorben las sales, tampoco pueda absorberse el agua. No obstante, en cierta medida sí lo consiguen, de manera que unas sales sí se absorben, y con ellas el agua, mientras otras quedan en el interior del intestino y son eliminadas junto con los restos no absorbidos del alimento. La cuestión es que, en todo caso, tiende a haber un exceso de sales en los líquidos internos y por esa razón, los teleósteos marinos deben expulsar de alguna forma esas sales que sobran. La forma en que lo hacen es transportarlas al exterior a través de las branquias y en la orina. Es justo lo contrario de lo que hacían los peces de río, que introducían sales porque perdían demasiadas a través de la orina.
Los peces de río también producen grandes volúmenes de orina para eliminar así el exceso de agua que penetraba en el interior de sus organismos. En este aspecto también es el opuesto el problema al que han de hacer frente los peces de mar. Al ser la deshidratación el principal riesgo que corren, los teleósteos marinos producen muy poca orina y esa poca orina tiene una alta concentración de sales. De hecho, los riñones de estos peces son bastante especiales; carecen de glomérulos, que son las estructuras renales en las que se filtra la sangre para dar lugar a la denominada orina primaria. Así pues, no producen la orina como lo hacen los peces de río, sino que secretan sales desde el plasma hacia el interior de los túbulos renales, donde se forma la orina a partir del agua que acompaña a esas sales. Es un procedimiento que ahorra mucha agua que, en definitiva, es de lo que se trata.
Así pues, los problemas a que deben enfrentarse los teleósteos marinos son exactamente los contrarios a los que deben hacer frente los de agua dulce. Por ello, las soluciones consisten, en casi todos los casos, en hacer uso del mecanismo opuesto o del mismo, pero operando de forma inversa. Y dentro de esa lógica ha de entenderse que lo que para los peces de río estaba prohibido, -beber agua-, para los de mar es imprescindible.
La respuesta la encontré en Animalia.
Qué mundo el de los peces verdad, además como ya sabes, respiran por las branquias y beben como nosotros, con diferente maquinaria interna.
Saludos. Paco!
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