Museo Guayasamín ciudad de Quito Ecuador

 

 

La pintura me gusta y me emociona fácilmente. Son varios los museos que he visitado, muy pocos para mi gusto, hay tanto que hacer, que ver, que leer, uno no llega a todos los frentes que abre. Ver museos, no sé explicar bien porque, me cansa, me satura la mente! Ahora ver el museo, la exposición, de un solo artista, con calma, es como leer un solo libro y, no varios a la vez en un breve espacio de tiempo.

Este museo me impactó, quizás, al tratarse de un solo autor, hizo que me zambullera por completo en su obra y su vida, su mundo,  quedando totalmente atrapado, admirado por su trabajo, admirado por la fuerza de su existencia, y de cómo uno puede a través del arte contar lo que piensa y siente, denunciar también. Me impacta mucho la gente que es tan útil, que da tanto.

Su obra humanista, señalada como expresionista, refleja el dolor y la miseria que soporta la mayor parte de la humanidad y denuncia la violencia que le ha tocado vivir al ser humano en el monstruoso siglo XX marcado por las guerras mundiales, las guerras civiles, los genocidios, los campos de concentración, las dictaduras, las torturas.

En otro estreno de sentimientos esta ‘La Ternura’, es una de las obras más tiernas salidas de la paleta de Guayasamin, toda ella está llena de inocencia, transparencia, amor y ternura, es un homenaje a su madre y a las madres del mundo por su abnegada y permanente lucha por darnos un poco de paz, tranquilidad y amor. Ellas son las que absorben todos los problemas que la sociedad injusta causa al hogar y a la sociedad y están listas a dar su vida por nuestro bienestar. Al pintar este homenaje el artista retoma todos los colores de la paleta para trasmitirnos esperanza y fe de que sí es posible un futuro mejor para los sufridos de la tierra. Esta nueva vida Guayasamin aspira que sea ahora, aquí en la tierra y no en la otra vida como recompensa a un siglo de sufrimiento.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Guayasamín, quien murió en 1999, es una suerte de héroe nacional en su país y su pueblo se mira, conoce y entiende en sus cuadros. Sin embargo, en el exterior la fama no ha bendecido a su obra con su toque a veces caprichoso en la misma medida que a otros de sus contemporáneos, como Frida Kahlo, David Siqueiros y Diego Rivera, quienes influyeron en su obra temprana.

 

LAS MANOS DE LA PROTESTA

En la Edad de la Ira una de las colecciones más importantes es la serie de Las Manos y dentro de ella, las manos de la protesta es de vital importancia porque resume la actitud del ser humano frente a la injusticia del que todo tiene manos insaciables y de la mayoría de la humanidad que no tiene nada manos del mendigo, luego de pasar por las manos de la oración, del miedo, etc., a la sociedad marginada injustamente, lo único que le queda es la protesta.

 

Hoy paro. OSWALDO GUAYASAMIN a sus 23 años de edad pinta esta obra denominada HOY PARO, que constituye una protesta a la brutal represión policial contra el derecho de los trabajadores contemplado en la Constitución de la República del Ecuador a declararse en paro ante el incumplimiento de sus derechos laborales. Una madre desesperada mantiene en brazos a su hijo herido mientras otros trabajadores yacen en el suelo heridos o muertos, fruto de esta represión. Esta obra es de mucha importancia ya que a partir de ella Guayasamin en toda su creación se alineara junto a los desposeídos de la tierra, junto a los humildes y pobres en cualquier lugar donde se encuentren. Abrazara la bandera de la paz y la no violencia, de la urgente necesidad de encontrar un mundo mejor para la humanidad.

En «Reunión en el Pentágono III» lo importante son los ojos aviesos y extraños de una figura casi sobrehumana, con   sangre en los labios que, junto a otros gerifaltes de la guerra en los otros cuadros de la serie, desatan el dolor en los inocentes.

 

La segunda gran serie pictórica ideada por el genial ecuatoriano lleva por título La edad de la ira, y en sus primeros bocetos consta la fecha de 1952. Ante todo, el pintor pretendió una reflexión acerca de los muchos y simultáneos desastres que inauguraron el siglo xx. Una y otra vez, plasmó en estos lienzos la belicosidad del poderoso, el martirio de los inocentes, el llanto de las mujeres que pierden hijos y amores, y en suma, todos aquellos instantes donde anida esa verdad humana que es el dolor, situada más allá del ajedrez ideológico.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EL GUITARRISTA. OSWALDO GUAYASAMIN en esta obra resume el permanente dolor y sufrimiento de los pueblos gitanos que caminan como nómadas por el mundo.

Ese dolor lo exteriorizan al mundo a través de su canto lleno de lamento y poder desgarrador. Este ritmo flamenco se origina en su pecho y que al salir al medio ambiente que lo rodea va acompañado de tragedia y dolor. A ello se une la guitarra que es su eterno acompañante.

 

MEDITACIÓN

Esta obra pertenece a una etapa de transición entre la serie de la Edad de la Ira y la serie de La Ternura. Utiliza todos los colores de la paleta que la tenía ausente durante los últimos 20 años. Su tema ya no es tan duro como la Ira, parecería que la utilización de los colores azul y rojo vinculados al amarillo le da al tema vida, esperanza y amor.

Esta obra contiene interrogantes, no se inclina ni a la alegría ni a la tristeza aunque surgen de su rostro lágrimas, en su interior hay preocupación de no saber que pasará en el futuro, que vendrá después pero sin llegar a la desesperación porque deslumbra cambios o espera cambios en bien de la familia y de la sociedad.
En el año de su creación 1994 Guayasamin aspira a que los hombres se den la mano y caminen por un sendero de esperanza, paz y amor. Cúpula del museo La Capilla del Hombre.

Cuando falleció en Estados Unidos el 10 de marzo de 1999, los admiradores de Guayasamín despidieron a este creador sobre las imágenes de su proyecto final, la serie que tituló La edad de la ternura, a través de la cual supo urdir una tesis del amor maternofilial. Aún por acabar, la Capilla del Hombre, calificada por la Unesco proyecto cultural prioritario para la humanidad, se alza no lejos de la Fundación, a modo de homenaje del artífice ecuatoriano a ese hombre latinoamericano que, a través de los siglos, viene exigiendo el alivio de la historia.

Los cuadros son impresionantes y tienen un poder de expresión muy fuerte.

El toro y el cóndor de 1957.

Corresponde a una celebración Quechua donde se ata un cóndor a un toro. El cóndor representa al indio y el toro al conquistador. Si gana el cóndor significa buenos augurios.

Bajo la influencia de Pablo Picasso, el ecuatoriano encogió su paleta a solo un puñado de colores y su pincel a trazos simples para dar fuerza a lo principal.

Oswaldo Guayasamín resumió Las principales influencias de su estilo artístico: «Yo diría que hay tres grandes cuadros que son para mí como los puntales de lo que voy a hacer en el futuro. El Greco, en la medida de su matemática, de su cinetismo. (…) El entierro del conde de Orgaz tiene tres movimientos: el incidente de la muerte abajo, después el alma que va a pasar entre dos nubes inmensas abiertas como dos piernas de mujer, y el tercer movimiento arriba, entrando ya en la eternidad… Es tal vez el primer cuadro cinético de la historia, algo que me conmueve profundamente. Más tarde conozco en París, en el Louvre, otro cuadro extraordinario que se llama La Pietá d’Avignon. Y luego surge el Guernica de Picasso. Entre Goya y estos tres cuadros está una gran parte de mi pintura».

Guayasamin visito España durante la guerra y pinto a las mujeres que vio.

La obra se basa en la guerra de España cuando murieron los soldados y todas las mujeres viudas lloraban a sus muertos de puerta en puerta, es una obra contemporánea de la colección «edad de la ira» que expresa todo lo anterior mencionado, pintada en 1963 en oleo sobre tela. La obra tiene colores grises cromáticos y 7 oleajes, siete cuadros, representa totalmente el dolor de diferentes mujeres pero por la misma circunstancia, como mujeres tan diferentes la una con la otra y de una índole económica igual, similar o distinta pueden demostrar la misma clase de sufrimiento gracias a un solo motivo, la muerte de un ser amado.

Siete días de la semana, donde la madre está como muerta en vida, está enterrada, en el fondo, es un féretro. Quiere decir siete días a la semana que es un dolor permanente, infinito. Y solamente rostros y manos en imploración, en llanto, en dolor. Pero pese a esos dolores y llantos está presente la madre y está luchando por sus hijos y está luchando por este mundo mejor y ése es el mensaje maravilloso.

Fotografía tomada horas después de la salida del museo con las cuatro chicas que me soportaron durante un mes de viaje por el sur de America y con las que compartí mil y una aventuras inesperadas en tierra, mar y aire.

Guayasamín acabó sus días lleno de luz, al pintar cuadros que trasmiten un sentimiento de redención, en los que los seres humanos demuestran la capacidad para la compasión y no solo el mal.

Podrás encontrar centenares de cuadros más sobre el artista si te apetece disfrutarlo. Paco Aviñó.

 

 

 

 

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One Comment

  1. Fundación Guayasamín

    octubre 2, 2012 at 3:32 pm

    Saludos cordiales. Muchas gracias por el artículo, nos alegra mucho que haya visitado los museos tanto de la Fundación Guayasamín, como la Capilla del Hombre; y que hayan sido de su agrado.

    Solamente debemos hacer un pequeño comentario, y es que en el artículo están 2 obras falsas, que posiblemente fueron inspiradas en obras de Guayasamín, pero que no son de su autoría, son: una Madre y niño, y la última imágen del artículo los: Rostro de niños.

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