Le Maurice Rue de Rivoli París

Le Maurice ofrece un menu rico, sutil y variado. Sin extravagancias, fiel a los sabores autenticos. El chef es Yannick Alléno, tres estrellas Michelín.

Inspirado en el salón de la Paix en el Château de Versailles, la decoración del restaurante La Maurice reinterpretado por Philippe Starck, es en realidad una invitación a un éxtasis puro.

 

 

La col de Pontoise, el espárrago de Argenteuil, la pularda de Houdan o el melocotón de Montreuil… Denominador común de todas estas denominaciones: una región de referencia, Île-de-France, con esos productos que Yannick Alléno, chef galardonado con tres estrellas en la Guía Michelín, propone en la mesa gastronómica del Hotel Meurice. Este “arqueólogo culinario”, nacido en Lozère, de 42 años de edad, remueve cielo y tierra para mantener vivas las riquezas del terruño parisino. Fana de mantequilla y jamón, sopa gratinada, tarta niflette de Provins y Saint-Honoré, magnifica y reinventa todos estos platos típicamente parisinos con delicadeza y generosidad.

Dentro del hotel encontraremos el restaurante Dalí, una tentación irresistible para relajarse y disfrutar de diversos manjares durante todo el día.

Cálmate debajo de la piedra angular del proyecto de Philippe Starck, que involucra un lienzo gigante pintado por su hija Ara Starck y la medición de 145 m² / sqf 1560. En este gran espacio donde el espíritu de Dalí todavía reina supremo, descubrir las muchas referencias a la obra de Dalí, como una silla Daliniano con los pies en forma de zapatos de mujer, una lámpara con cajones…

El Bar 228 es la joya de los parisinos. Tiene la calidez de los clubes ingleses. Philippe Starck crea un ambiente sutilmente calentado por la luz crepitante de tonos tabaco y destaca por el brillo de las licoreras de extraños colores. Más de 500 referencias de bebidas. Dicen que sirven los mejores bocadillos de París. Cada noche animado con músicos de jazz.

Le Maurice cuenta con cinco salas de banquete en los cuales disfrutar de una cocina celestial.

Le Maurice es un lugar ideal para celebrar de forma mágica, serena y elegante uno de los días más importantes de tu vida.

Durante 30 años, Salvador Dalí fue uno de sus huéspedes más ilustres. Cada invierno, el pintor de Cadaqués desembarcaba en el Hotel Meurice de París acompañado de su esposa Gala para ocupar, durante un mes, la suite real Alfonso XIII y animar la vida del vetusto establecimiento con sus excentricidades.

El espíritu del artista ha regresado a las lujosas estancias del número 228 de la calle de Rivoli. De la mano del prestigioso diseñador Philippe Starck, el hotel le rinde homenaje con un restaurante bautizado Le Dalí y una nueva decoración sembrada de guiños al padre del surrealismo.

Dalí sigue, pues, presente,  anécdotas tan surrealistas como el propio personaje. «Enviaba a los botones a cazar moscas al jardín de las Tullerías –situado justo enfrente– y les pagaba a 10 céntimos la mosca. Luego metía los insectos en los pequeños botes de mermelada del desayuno», explica.

En medio de la corte de musas –una de sus favoritas era Amanda Lear– y secretarios que acompañaban al pintor figuraba también un jaguar. El animal traía loco al personal del hotel, además de hacer estragos en las cortinas y la moqueta de la suite real. Olivieri fue testigo de una escena delirante en la que «un camarero llegó a romperse un brazo intentando coger a la fiera que se había subido a un mueble». El barman también recuerda que Dalí adoraba «repartir monedas a los empleados para que las tiraran delante de su coche y poder decir que rodaba en el oro (traducción literal de una expresión francesa que equivaldría a estar forrado)».

Los juegos de palabras que tanto divertían al artista tienen también su espacio en el restaurante Le Dalí. Presidida por una figura de reconocible bigote, la carta está dividida entre los platos Sin y 100%. El comensal puede elegir un plato Sin complejos –un superentrecot–, Sin tabú –langosta con almejas trufadas– o 100% placer –raviolis de langostinos– firmados por el chef Yannick Alleno, cuyas elaboraciones en el vecino salón de Le Meurice han sido premiadas con tres estrellas por la guía Michelin.

Situado en el antiguo Jardín de Invierno, Le Dalí mantiene el estilo siglo XVIII marca de la casa pero al mismo tiempo rezuma sentido del humor. Una lámpara elaborada a partir de un dibujo del pintor –el pie es un encadenado de muletas blancas (en la foto silueteada)– saluda la llegada de los clientes. Ninguna silla es igual. La más daliniana tiene una capa dorada y las patas acaban en forma de zapato de tacón (en la silueta). En el techo, una gran tela pintada por la hija de Starck, Ara, recuerda igualmente la obra del genio. Se trata, además, de la primera colaboración entre el diseñador y su hija.

Pero no todo ha sido renovado. El piano de cola es el mismo que vio Dalí a su llegada al hotel, en los años 50. Dos metros más allá, junto a la barra del bar, Oliveri asistió al encuentro del pintor con el conde de Barcelona, Juan de Borbón, al que se dirigió como «majestad» y ante el que se inclinó con una ampulosa genuflexión. «El padre del rey Juan Carlos siempre tomaba un dry martini y quiso invitar a Dalí, que le respondió que su corazón no era de alcohol. Se tomó un zumo de frutas», rememora Oliveri.

Pero no todo ha sido renovado. El piano de cola es el mismo que vio Dalí a su llegada al hotel, en los años 50. Dos metros más allá, junto a la barra del bar, Oliveri asistió al encuentro del pintor con el conde de Barcelona, Juan de Borbón, al que se dirigió como «majestad» y ante el que se inclinó con una ampulosa genuflexión. «El padre del rey Juan Carlos siempre tomaba un dry martini y quiso invitar a Dalí, que le respondió que su corazón no era de alcohol. Se tomó un zumo de frutas», rememora Oliveri.

Compartimos una mesa para dos…

Desde la ventana….e

Desde la ventana…

Escribirlo es una forma de disfrutarlo…

Paco Aviñó

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