¿Sabías que para catar y oler un vino sólo se necesitan treinta segundos? Insistir más ya no sirve de nada.
La palabra perfume significa “a través del humo” el humo, volátil, aromático, etéreo y expansivo, fue el camino que encontraron los hombres primitivos para comunicarse con sus dioses. Los sacrificios de los animales y la quema de plantas dieron lugar a la primera selección olfativa. De hecho el incienso que no ha perdido actualidad, se viene utilizando desde hace más de cinco milenios.
¿Sabías que el sentido del olfato es el principal detector de la calidad de todo lo que se ingiere? Se estimula más con contrastes e intensidades y por el contrario, deja de percibir cuando se le somete a la rutina diaria. Oler siempre lo mismo, es lo mismo que no oler nada.
Desde los orígenes del hombre sobre la tierra, las fragancias y los rituales religiosos han estado siempre unidos. Desde la segunda mitad del siglo XIII a. C. se encuentran listas en las que se detallan los ingredientes utilizados para fabricar aromas, así como determinados utensilios para elaborarlos.
Sabías que probar vinos de forma rápida, cogiendo ritmo, despertando los reflejos y las sensibilidades, de una copa a otra copa de tal modo que percibes la diferencia de calidad, gusto e intensidad cuando pasas rápido de una bodega a otra, es mejor que hacerlo lentamente y con pocas marcas.
La amplia documentación que proporcionan los restos arqueológicos egipcios refleja la importancia que esta civilización concedió al cuidado del cuerpo y la estética. De los templos egipcios emanaba continuamente un humo fragante, producto de las ceremonias. Se considera que en ellos tuvieron su origen la medicina, la perfumería y la farmacia. Nacidos en Oriente, los aromas pasaron de los egipcios a los griegos y luego a los romanos.
Sabías que la mayoría del tiempo que tardas en sentir el perfume de un vino y describirlo, o sea, treinta segundos más se gasta en buscar mentalmente el adjetivo o el termino apropiado a cada impresión tanto visual como olfativa y gustativa.
Fueron los romanos quienes hicieron del baño una costumbre pública y diaria, antes de pasar al baño el romano se aplicaba ungüentos diferentes en cada zona del cuerpo, los baños de Caracalla llegaron a tener capacidad para dos mil personas. Las termas fueron mixtas hasta que el emperador Adriano emitió un edicto ordenando la separación de los sexos.
Estaba de moda bañarse en agua en la que se habían añadido cantidades ingentes de perfumes, mientras tanto nació toda una industria de envasado. Los egipcios fabricaban y exportaban en alabastro y cerámica hasta que en el siglo I a. C.., apareció el cristal.
Sabías que la calidad de todas las botellas de vino cada vez tienen un nivel más generalizado, un cambio de clima, modo de trabajo, cambio de enólogo ya casi no ofrecen altibajos y el perfume y sabor de una misma marca añada tras añada casi es menos perceptible.
Fueron los romanos los diseñadores del “pomander” envase circular de oro o plata, con piedras preciosas incrustadas, que llevaba en su interior pomadas perfumadas, una perforación permitía que se pudiera colgar al cuello. Durante la época imperial, el perfume alcanzó su cenit.
Sabías que el olfato es un órgano de defensa que nos avisa del peligro, pero es incapaz de medir si no hay contraste, por eso los enólogos y bodegueros cuando catan botellas o barricas, al empezar la jornada califican a la baja, rinde más cuando coges ritmo y los sentidos se agudizan, juegan al primer toque.
En la antigüedad, perfumes y especias constituían elementos de lujo para las clases pudientes, y su valor era equiparable al del oro y la plata.
Sabias que Neal Martin, el colaborador de Parker en España cató él solo en España en cinco días, 400 vinos de la Rioja para la revista Wine Advocate, 80 botellas cada mañana.
Salud. Paco Aviñó.
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