Pauster decía que “el vino es la mas sana e higiénica de las bebidas”.
Numerosos trabajos publicados en la prensa médica internacional ponen en evidencia lo que los especialistas llaman la “paradoja francesa”. Y es que nuestros vecinos tienen tasas de enfermedades coronarias inferiores a las de los ingleses y norteamericanos a pesar de consumir cantidades similares de grasas, procedentes especialmente de lácteos, y estar sometidos a factores de riesgo como la hipertensión y el tabaco.
La principal diferencia entre los consumidores de Reino Unido, Estados Unidos y Francia consiste en que los galos consumen de forma regular y moderada vino tinto, mientras que los británicos y norteamericanos prefieren beber cerveza en el primer caso y alcoholes destilados en el segundo.
Parece ser que el consumo diario de dos vasos de vino aumenta la presencia en la sangre de colesterol bueno, evitando de esta forma que los peligrosos ateromas se depositen en las paredes arterianas. Y aun más, el vino actúa sobre las plaquetas haciendo la sangre más fluida y reduciendo así las posibilidades de padecer una obstrucción arterial. No obstante, dosis superiores a los dos vasos diarios producirán un efecto contrario o lo que es lo mismo, un efecto negativo para la salud.
Por otro lado, parece ser, que sobra vino. Las primeras consecuencias de ello son las bajas liquidaciones por la uva, a menos de 0,12 por kilo en las zonas productoras más importantes, lo que supone no cubrir costes de producción. La actual crisis del vino es consecuencia, en parte, de las campañas contra el consumo de alcohol, ha caído la demanda en los restaurantes y en menor medida en los hogares.
Estamos consumiendo unos dieciocho litros de vino por persona al año, que es más o menos lo que yo bebo en dos meses, no es que yo beba mucho, el caso es que, vosotros bebéis muy poco, porque… beberte una botella y media de vino al mes, es un poco depresivo, y con tal depresión es imposible que funcione este país.
El vino es sano, bébelo con moderación, pero bébelo, que como digo en mi carta de vinos, produce ilusión de felicidad y levanta el ánimo para el festejo, un alivio temporal para escapar de la ansiedad de la existencia.
Un fuerte abrazo. Paco Aviñó.
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